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por Mario Santiago Carvajal Lun Ago 03, 2009 11:45 pm
Desperdicio en obtusos
El metálico sabor de la tarde me recuerda tu voz
atrincherada en las esferas y su velocidad,
aunque el mundo finja ser un diminuto corazón
reducido a ceniza tras el humor del ferrocarril.
Quisiera soñarte en las cantidades y la marea
para hallar tu falda en la frustración de los paisajes,
amarillo limón, fantasía en las vitrinas.
Olvidaría la continuidad del ayer en convulsiones de madera,
y la juventud entusiasmada frente a los premios de la dinamita,
pero son sencillamente insostenibles los años sin tu presencia.
La verde quiromancia muda las inclusiones del aceite,
pero los hombres que sólo conocen el barro
persisten en sus cifras
si el universo se contempla con los nudillos
destrozados por la lejía y los motores.
El cítrico aroma de la madrugada
me recuerda tus manos iluminando la lluvia,
aunque me pierda en este zoológico y su carretera
para buscar un centavo en la dinámica de las estatuas.
El instinto y sus azules, las dimensiones
concéntricas esquivando el azar y sus cerrojos,
el apartamento destrozando sus espejos
aunque la soledad pese más que las distancias,
y los niños del África sean aún la mercancía de sus órganos
en esta orgía de reflectores,
para entretener a los gusanos
en su hueco de botella.
Mario Santiago Carvajal
Tomado de El evangelio de la discoteca
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